La emperatriz del nuevo mundo by Irene Dische

La emperatriz del nuevo mundo by Irene Dische

autor:Irene Dische [Dische, Irene]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-05-01T00:00:00+00:00


La puerta del salón estaba cerrada con llave. El Niño Jesús estaba decorando el árbol para la familia y le gustaba hablarle a la cría a través de la puerta. Tenía una voz aguda, una voz de pito, y le advirtió a Renate que no le contara a los demás de la casa, ni siquiera a Liesel, que hablaba con ella, porque eso sería demasiado, y entonces se iría. La criatura no se lo contó a nadie, ni siquiera a mí. Es más, continuó merodeando cerca de la puerta del salón, parloteando con el Niño Jesús, sobre la vida y la Navidad, hasta que el Niño Jesús se cansó y empezó a decir cosas como «Anda, sé buena chica y ve a jugar a tu cuarto», y si eso no funcionaba, el Niño Jesús la regañaba. «Deja de rondar por esta puerta, mocosa, tengo trabajo que hacer».

A mí se me permitía entrar en el salón, naturalmente, y al final Renate me preguntó con cautela si estaba sola allí dentro. Reconocí que no estaba sola. Le brillaron los ojos.

—¿Y?, —preguntó.

Así que le conté a la chismosa de mi hija que el Niño Jesús era idéntico a la estampa de su libro de oraciones. Renate estaba siendo muy buena, y jugaba con un tren de madera en su cuarto. Liesel y yo la avisamos de que íbamos al mercado.

—Te estás portando muy bien. —La abrazamos—. ¡Qué novedad! Volvemos enseguida. No te muevas de aquí.

Al cabo de un rato, la cría, sola en casa y aburrida, añoraba un poco de conversación. Desobedeció. Se escabulló de su cuarto y bajó las escaleras, se acercó a hurtadillas a la puerta del salón y dijo:

—Hola, Niño Jesús.

El Niño Jesús no contestó.

—Niño Jesús, ¿ya te has ido?, —preguntó angustiada la cría.

Al no obtener respuesta, regresó recatadamente a su cuarto. Poco después nos oyó volver, y esperó hasta que me encerré de nuevo en el salón. Entonces corrió hasta la puerta y volvió a preguntar:

—Hola, ¿Niño Jesús?

—Hola, pequeña —llegó la respuesta.

En ese momento reconoció mi voz.

Se sonrojó, humillada.

—Mamá —susurró—. Eres tú.

Salí riéndome y le di un beso.

No se desilusionó. Daba lo mismo: a sus ojos, yo era tan buena y compasiva como el Niño Jesús.

Y no olvidé los deseos que había pedido. Tan solo los postergué.

La fortuna te acompaña y te abandona. Nuestra vecina, la señora Conti, estaba más gorda aún que yo. Tenía cuarenta y ocho años, pesaba como ciento treinta kilos, tenía cinco hijos y dolores de tripa. Sangraba mucho con la menstruación y de pronto se le retiró la regla. Carl diagnosticó menopausia y pólipos uterinos, y le recomendó que le quitaran la matriz.

Se encargó él mismo, una operación de rutina. La paciente se recuperó a las mil maravillas. El informe del patólogo fue una sorpresa: la señora Conti estaba embarazada de ocho semanas.

Carl se lo dijo enseguida, y le aseguró que la operación había sido para bien. Un embarazo a su edad, y con sobrepeso, entrañaba muchos riesgos.

La paciente denunció a Carl por mala praxis.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.